... y con ella me extirparon ilusiones; y algunas cosas más.
En aquel momento en el que cerré la puerta desde fuera y no la vi, me entraron ganas de llorar. No era cuestión de valor económico, era una vieja bici destartalada, herida e incómoda.
Robaron las ilusiones que había depositado en ella, significaba mucho para mí que una persona me quisiera tanto como para regalarme la bicicleta de su juventud, donándome todos sus recuerdos y buenos momentos para que los viviera yo.
Me ilusiono a diario y muy fácilmente, no me hacen falta grandes proyectos, me ilusiono con ideas sencillas y pequeños gestos, con una canción o con una piruleta. No sé si estas ilusiones serán frágiles o no, pero a veces se rompen.
En aquel momento en el que cerré la puerta desde fuera y no la vi, sentí la misma hemorragia de sentimientos que experimente cuando niña al ver a mi gata recién atropellada en el asfalto.
No paso mucho tiempo hasta que adquirí otra. Esta es bonita, más femenina y muy cómoda, pero le falta la esencia que hacia especial para mí a la anterior. Supongo que con el tiempo aprenderé a quererla.
... robaron mis ilusiones, y los recuerdos de otra persona.